Viene de: ¿Cuál es el retorno de las políticas de Gobierno Abierto?

Autor: @juanluisjimeno

Hablábamos recientemente de la necesidad de evaluar las políticas de Gobierno Abierto, y la imperiosa necesidad de hablar en términos de valor público e impacto en la calidad de vida y el bienestar social.

Desde un punto de vista metodológico, la evaluación debe estar presente desde el preciso momento en que comenzamos a diseñar o a pensar nuestras acciones. Por tanto, debemos de incorporar los criterios de ROI, impacto y valor público en la propia definición de todas y cada una de las acciones que pongamos en marcha para conseguir una mayor apertura de nuestro modelo de gobierno.

Tratando de simplificar el enfoque, podríamos decir que existen 4 grandes preguntas que debemos hacernos a la hora de evaluar el impacto de cualquier acción enmarcada en una estrategia de Gobierno Abierto:

• ¿Cuál es el impacto en nuestros destinatarios? (no sólo nos debe importar el grupo, la sociedad, sino también el individuo) ¿Cuál es la percepción de mejora e impacto por parte de los colectivos o grupos sociales destinatarios de nuestra actuación? ¿Están satisfechos con la actividad ejecutada? ¿Cuáles son sus expectativas de mejora y propuestas para mejorar los servicios/procesos prestados/ejecutados?
• ¿Cuál es el valor público que se ha alcanzado? (es el verdadero core de la evaluación de impacto y una de las claves para legitimar las políticas públicas) ¿Ha contribuido la acción a la reducción de la desigualdad; reducción de la pobreza; desarrollo económico; desarrollo social; fortalecimiento de la democracia; empoderamiento de la ciudadanía; calidad de vida…?

• ¿Cuáles son los mecanismos que han sido utilizados para ello? (nos permitirá comprobar hasta qué punto hemos conseguido ser más eficientes, más eficaces, más transparentes… Actualmente ya existen indicadores, como los de transparencia, que establecen un marco común de análisis). Los mecanismos para lograr la generación de valor público en nuestra sociedad pueden ser variados y, a menudo, debemos saber conjugarlos para lograr un mayor impacto. Eficiencia, eficacia, una mayor transparencia, el incremento de la participación ciudadana y su inmersión en la toma de decisiones, o la colaboración de toda la sociedad en la implementación de las políticas públicas y la búsqueda de respuestas a los grandes retos y necesidades de forma colaborativa, son algunos ejemplos.
• ¿A través de qué instrumentos y/o herramientas? (A veces los esfuerzos y las inversiones se focalizan en herramientas específicas que deben ser evaluadas para contrastar su efecto y poder mejorar la capa más cercana a la ciudadanía) Esta parte de la evaluación nos permitirá controlar en qué medida los instrumentos y herramientas que hemos puesto en marcha están siendo exitosos, si existen desviaciones con los usos y satisfacciones esperadas, etc. Habitualmente, cada uno de estos instrumentos y/o herramientas llevará asociados sus propios indicadores. Así, por ejemplo, en el caso de una plataforma de participación ciudadana deberíamos de controlar: el número de visitas, el número de consultas realizadas, tiempos empleados en dar respuesta, etc.

Queda abierto otro debate sobre la evaluación de las políticas de Gobierno Abierto: ¿quién debe evaluar? ¿Cómo garantizar la independencia del órgano que se encargue de dicha evaluación? Y sobre todo: ¿cómo incorporar a la propia ciudadanía en dicho proceso de evaluación?

Continuará…

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