España no se encuentra en las primeras posiciones en ninguno de los índices nacionales e internacionales sobre innovación.
Aproximadamente el 50% de la inversión en I+D procede del sector público, un porcentaje bastante superior al de países como EE.UU (30%) o Reino Unido (33%). Sin embargo esta inversión no ha logrado colocar a España en las primeras posiciones en ninguno de los índices nacionales e internacionales A través de un informe elaborado por Pwc se realizan propuestas y prioridades sobre las que tendrían que orientar sus políticas de Innovación tanto la Administración Pública como las grandes empresas. Un «aperitivo» de este informe nos apunta las siguientes prioridades:
Cuatro prioridades para la Administración Pública en su gestión de la innovación:
1. Diseñar e implementar una estrategia de innovación “end-toend” y concentrar su gestión. Es necesario que la Administración defina y lidere una estrategia de innovación única gestionada según criterios de rentabilidad y eficacia de la inversión que elimine las ineficiencias en la interrelación entre los miembros del sistema (universidad, empresas, Otris, administraciones públicas, etc.) y la actual dispersión de responsabilidades en diversos ministerios y programas.
2. Enfocar y dar escala a la inversión pública en innovación. Es cierto que las administraciones no están necesariamente bien posicionadas para “acertar” los sectores de futuro. Sin embargo, en un contexto de fondos escasos, la Administración no tiene más remedio que definir claramente sus apuestas en el ámbito de innovación. Renunciar a determinados proyectos será siempre difícil, pero el apoyo público sólo tendrá impacto si concentra esfuerzos y aumenta la inversión media para, en contrapartida, obligar al aumento de escala y sofisticación tecnológica de las empresas demandantes de fondos para innovación.
3. Demandar innovación. La Administración debe actuar como demandante de productos y servicios innovadores, y este debería ser un requisito imprescindible y de creciente peso en licitaciones públicas. Además debe reforzar todo tipo de políticas orientadas a la demanda, como la creación de incentivos fiscales y otros estímulos a la demanda privada.
4. Crear mercados eficientes de innovación. La Administración debe proporcionar las condiciones para crear un sistema de innovación eficiente y transparente. En concreto, es necesario que sea más eficiente la asignación de fondos a emprendedores innovadores, que la financiación de proyectos de investigación aplicada en el ámbito de la universidad se rija, además de por criterios de excelencia, por criterios de eficacia y rentabilidad, que exista un mercado más ágil de propiedad intelectual y que la demanda y oferta de talento emprendedor nacional e internacional se “encuentren” sin trabas administrativas.
Cuatro prioridades para las grandes empresas:
1. Aumentar la ambición. Muchas de nuestras IBEX35 son líderes en sus respectivos sectores en términos de eficiencia, sin embargo, no son reconocidas como empresas innovadoras. Nuestras empresas cuentan con los fundamentales y las competencias para afrontar de forma más ambiciosa y desde una perspectiva de innovación menos continuista y más radical los retos de crecimiento que se plantean a futuro.
2. Innovar más allá de las fronteras de la propia empresa. Es común entre las empresas españolas tener una cierta tendencia a hacer las cosas “en casa”. Llevar la eficacia y eficiencia de la innovación al siguiente nivel exige abrir a terceros todos los elementos del modelo de innovación. Cada vez es más difícil responder a los retos de negocio sin socios. Es clave incorporar a los clientes en el proceso de innovación, entender a los competidores en sentido amplio, buscar la cooperación con proveedores, especialistas tecnológicos, etc. La gestión de estas redes abiertas supondrá un nuevo reto para las grandes empresas.
3. Innovar más allá de las fronteras de nuestro país. La internacionalización de la innovación es clave. Es imprescindible acercarse físicamente a los polos internacionales de innovación, estar presente y competir por las mejores ideas y los mejores socios. En el ámbito de la financiación es necesario colaborar con fondos de capital riesgo especialistas internacionales. También las grandes empresas deben buscar e incorporar talento internacional tanto tecnológico como de gestión. En el ámbito de la propiedad intelectual es importante construir sobre patentes existentes a nivel internacional y mejorar la protección de intangibles para facilitar la compartición con terceros.
4. Aumentar el rigor en la gestión de la innovación. La innovación no es algo que “ocurre” en las organizaciones sino algo que se gestiona. Se gestiona con rigor y de forma muy orientada a la rentabilidad. Eso sí, adaptando ese rigor a lo que nos piden los distintos tipos de innovación que se desarrollan en la empresa. En los procesos de innovación incremental necesario mayor disciplina e industrialización. La innovación disruptiva exige otras métricas de seguimiento y una gestión del fracaso alineada con el nivel de riesgo e incertidumbre. En ambos casos la medición de la innovación es, desde nuestro punto de vista, la asignatura pendiente entre las grandes empresas. Es necesario mejorar la medición para poder incentivar y comunicar los éxitos de la innovación.
Se puede consultar el informe aquí y en este enlace la nota de prensa.