El pollo que comemos en Navidad…

Por Navidad a veces escuchamos cosas del tipo:

  • Buff,.. ¡¡ Cuántas cenas y comidas !!.  Que si las de familia, las de empresa, las de los amigos… cuando lo escucho no me queda claro si son eventos y momentos que se disfrutan o son compromisos que se sufren. No me queda claro el mensaje. A veces los escucho con sufrimiento. Como si hubiera una ausencia de libertad para elegir dónde ir y con quién. ¡ Qué lástima!. Otros no tienen esa elección.
  • ¡¡ Qué gran preocupación !! No sé qué poner para cenar, no sé qué cocinar en Navidad !! Pedazo de dilema. Otros sí saben lo que cenarán en Nochebuena.

Estamos en una época de despertar la sensibilidad e informar de las desigualdades que hay en el mundo para provocar la acción.  Los famosos salen en anuncios y nos invitan a participar en una donación, adopción de niños, envío de juguetes,…Es fundamental y ojalá la respuesta sea lo suficientemente intensa como para resolver o aminorar los problemas.

Pero, estas campañas también nos deberían ayudar a valorar lo que cada uno tiene. Incluso estando la situación tremendamente complicada «en el primer mundo» , una parte de la población vive en unas condiciones de bienestar inimaginables en otras partes del planeta,  y parece que se nos olvida reiteradamente. Seguro que todos/as identificáis a gente cercana que teniendo un contexto de abundancia, su actitud «quejosa» no le permite disfrutar de su entorno, de sus amistades, de sus comidas, de los pequeños placeres, no sabiendo casi ni identificarlos… Cuando me encuentro con estas «figuras», intento desprendermente rápido porque son «lastres emocionales» y pueden»contagiar». Si puedo, los dejo pasar hasta encontrar otra actitud.

Aquí veremos otra realidad, otra forma de comer pollo, otra forma de compartir una mesa y unos alimentos y posiblemente cada uno verá cosas diferentes, o quizás alguno tampoco quiera ni verlas

Comparte

Facebook
Twitter
LinkedIn
Telegram
WhatsApp
Email

Búsqueda avanzada