¿Cambiamos cromos?

Los cromos de Silvia y el Social Media

Lo recuerdo como si fuera ayer, y han pasado ya varios lustros. Un señor muy simpático nos regalaba álbumes de cromos en la puerta del colegio (a esto hoy en día se le llamaría una acción de #street marketing), y de aquella no entendía por qué alguien que no conocíamos de nada nos regalaba álbumes y, sinceramente, tampoco me preocupaba. Simplemente lo recibíamos con los brazos abiertos y nos íbamos a nuestras casas ilusionados por iniciar una nueva colección de cromos.    De aquella los sobres costaban “a duro”, y a la salida de clase íbamos corriendo al quiosco a ver si había suerte y nos tocaban los cromos que nos faltaban (recuerdo el álbum con los tanques y aviones de la II Guerra Mundial, el de las motos, el de la liga el año que la ganó el Athletic, el de Mazinger Z, el del Mundial 82 con Naranjito, el de Willy Fog etc…). http://albumesdecromos.blogspot.com/

albumes de cromos
albumes de cromos

Poco a poco y con los “duros” que con santa paciencia nos daban nuestros padres y abuelos, íbamos completando la colección. En los recreos y luego en el parque (en mi caso en el Muelle o los Jardines de la Reina que casualmente tengo en frente de mi oficina y donde pasé jugando durante mi infancia más horas que Marco buscando a su madre…) nos juntábamos con el resto de niños y taco en mano nos disponíamos a revisar los cromos repes de cada uno: “si”, “no”, o “sipi”, “nopi”, y así nos tirábamos un buen rato cambiando cromos. A los dos meses de comenzar la colección, los cromos repes estaban más “sobaos” que los pasiegos de El Macho, pero seguían siendo útiles porque nos permitían encontrar ese cromo ansiado que no había manera de conseguir en el quiosco (la famosa “D” de Deseo en el modelo de marketing de A.I.D.A.).

Han pasado ya casi tres décadas de aquello y ahora nos toca a los papás comprar los cromos, y desde hace un par de meses nuestra hija mayor, Silvia, con sus cinco añitos recien cumplidos, colecciona los cromos de Enredados (la última película de Disney) y… ¡vaya si han cambiado muchas cosas desde entonces!

Grupo Panini

Lo único que no ha cambiado es la multinacional que los vende, el grupo Panini, que en nuestros años mozos era una pequeña empresa italiana y hoy por hoy es líder mundial en el mercado de los cromos (tiene entre otras muchas cosas los royalties de varias ligas americanas y la Champions League, con presencia en 100 países y cerca de mil millones de euros de facturación anual) No está mal para una empresa cuyo origen se remonta a un quiosco regentado por dos hermanos en Módena (www.paninigroup.com) Seguro que identificáis rápidamente el logo (por cierto, mi subconsciente marketiniano pide un restyling a gritos….)

panini
panini

Y entonces, ¿qué es lo que ha cambiado? Por supuesto ya no hay nadie regalando álbumes en la puerta del colegio y religiosamente tienes que comprar el álbum en el quiosco que está frente a tu casa (tal y como se han puesto las cosas, cualquiera se atreve ahora a repartir nada en la puerta de un colegio, ¿verdad?)

Pues bien, desde hace un par de meses vamos al quiosco a comprar los sobres (ahora cuestan 0,60 euros o “veinte duros” del año 2000, aunque mejor no lo extrapolamos a 1980 con el cálculo de los IPC´s para no asustarnos) y poco a poco vamos completando la colección. Nos sentamos a pegar los cromos y Silvia disfruta viendo como cada vez le quedan menos cromos, y nosotros como padres disfrutamos viendo lo bien que se lo pasa ella.  Hasta aquí todo normal.

¿Saben jugar los niños en el parque?

parque vacio
parque vacio

Pero lo más me llama la atención es que Silvia no encuentra niños en el parque o en el recreo con los que cambiar los cromos, y doy fe que tiene más de 200 cromos repes. Y es una experiencia que nuestros hijos no van a tener y que nos ayudaba a relacionarnos con otros niños, a intercambiar cosas con el resto, incluso a despertar el gusanillo empresarial en algunos niños (te cambio este que tengo y es imposible conseguir por cuatro de los tuyos…;-)   ¿Y qué es lo que tienen ahora? Pues como no podía de ser de otra manera la sociedad de la información, las redes sociales y el 2.0 ha cambiado todo. ¿A qué me refiero? Pues por ejemplo: www.cambiatuscromos.org/coleccion/enredados

También está la opción de Paypal y comprar a Panini los cromos que faltan a través de su tienda on line.

Imaginemos coleccionar cromos y las redes sociales

¿Os imagináis en los años 80 con Twenti, Facebook, Flickr, o Picassa para cambiar nuestros cromos repes?

Pensemos en Facebook: te han invitado a un evento “Cambia on line tus cromos de Jacky y Nuca” Asistiré, No, Tal vez, o alguien escribe en tu muro “¿tienes el 42 del álbum de Comando G?”, o peor aún, te etiqueta en la foto de su flamante álbum el «amigo» que te recuerda que acaba de completar su colección y tú no. También te invitarían a unirte al grupo “Album de la liga 83/84”, y seguro que habría un grupo de indignados porque no hay manera de conseguir determinados cromos “Todos contra Panini” o “¡Boicot a Panini ya!”

¿Y en Twitter? Me estoy imaginando con 11 años tweeteando con los amigos del parque los cromos que me faltan, o haciendo los viernes #FF a otros amigos que coleccionan el mismo álbum que yo. Nos mandaríamos un DM “tienes el 120 de Afrodita A?” o haríamos RT cuando alguien encontrara el cromo que todos buscábamos “RT@Pedrito acabo de encontrar el 122 de Naranjito con Zruspa!” y sería TT (TrendingTopic) #hastaloshuevosdelcromo53deWillyFog

¿Y si hubiéramos tenido Ebay de aquella? ¡Directamente comprábamos el álbum completo por nuestro cumpleaños!

Probablemente algunos volvemos la vista atrás y no cambiamos Twenti por aquellas largas tardes en el parque, el jersey lleno de Nocilla y los pantalones de verdín mientras intercambiábamos nuestros cromos. Otros pensaremos que para nada, que ojalá hubieramos tenido las redes sociales de aquella.

Lo que está claro es que como diría el bueno de Dylan, que esta semana acaba de cumplir setenta primaveras, “times they are a-changin´”

Post redactado integramente por @ChusPortilla como colaboración con la Servilleta de Paco Prieto. Más sobre sobre Jesús Portilla

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